La Tanatología se encarga del estudio de la muerte y todo lo relacionado con ella. Por tanto, el objeto de estudio es bastante amplio. Se extiende también al campo de las adicciones. El adicto, el codependiente, el co-adicto y sus múltiples duelos, también son parte de esa extensión.
Las adicciones, aunque en sí mismas no hablan directamente del proceso de morir, conllevan al dolor, al sufrimiento y a la muerte.
El adicto sufre y hace sufrir, implica una conducta autodestructiva que de continuar tiene como fin la muerte, supone un cambio psicológico y comportamental desadaptativo y clínicamente significativo.
A continuación, expongo realidades que implican dolor, pérdidas y muerte, relacionadas con las adicciones:
- Muerte por accidentes bajo efectos de una droga.
- Privación de la libertad por crímenes o actos delictivos relacionados con el consumo de drogas.
- Consumo de drogas en los supuestos centros de readaptación social.
- Secuestro de la voluntad de niños y jóvenes que inician el consumo a temprana edad.
- Suicidios bajo el efecto de sustancias.
- Homicidios bajo el efecto de sustancias.
- Sobredosis de sustancias.
- Accidentes laborales que incapacitan de por vida generando pérdidas definitivas.
- Pérdida del respeto de la pareja y la familia.
- Pérdida del respaldo moral de un buen vivir.
- Pérdidas económicas, laborales y de salud física, emocional, psicológica y espiritual.
Hoy pongo la lupa en un aspecto específico de la tanatología, “La muerte asistida” y por analogía, la relación que encuentro con la co-adicción.
En el ámbito de la tanatología, se entiende por muerte asistida a: El proceso por el cual una persona ayuda a otra a conseguir su objetivo de morir permanentemente, ya sea asesorándolo sobre los métodos a seguir, ya sea proporcionándole el veneno, medicación o instrumentos mortales para llevar a cabo esa decisión.
Con respecto a la co-adicción, leemos:
“Es un reconocible patrón de rasgos de la personalidad que se encuentran en la mayoría de los miembros de la familia de un químico-dependiente; se presenta como una necesidad de agradar, cuidar, proteger, controlar al objeto enfermo para así no enfrentar el propio conflicto.”
Cermak, 1991
A título personal, considero que la co-adicción es una forma de codependencia; y se refiere, a una serie de conductas obsesivas, como el intento de control, el rescate y la persecución de una persona que sufre un trastorno adictivo, con la ilusión de que, con ello pueda curarlo de su adicción.
El co-adicto intenta “salvar” la vida de otro y rescatarlo de la adicción, realizando acciones infructuosas, tales como: saldar deudas del adicto, asumir las consecuencias de sus actos, permitir el consumo en la propia casa, tolerar el sufrimiento que provoca esa relación tóxica e incluso aceptar diversas formas de agresión y violencia. En suma, la condescendencia con conductas del adicto que afianzan su enfermedad.
Co-adicción y muerte asistida, guardan una fuerte relación, en tanto que ambas conductas, favorecen el proceso de autodestrucción de un ser humano. Se le facilitan los medios a otra persona, para que el individuo logre alcanzar la muerte en sus múltiples formas: muerte de la vida de pareja, muerte de la comunicación asertiva, muerte de ilusiones, muerte de proyectos, muerte de relaciones significativas, muerte de la confianza y alcanzar lo que en tanatología se conoce como muerte social, etc. Incluso alcanzar la muerte biológica no en un sentido figurado.
La conducta del co-adicto, es inconsciente y por tanto peligrosa. Esta conducta parte de una buena intención, de la convicción de que dichas acciones llevaran al adicto a cambiar, a resolver su trastorno adictivo. Mientras no se está en tratamiento, se entiende la conducta como bien intencionada, se cree que estas acciones favorecen la recuperación y que se obra conforme a una responsabilidad moral.
La codependencia, es una historia de amor mal entendida. Dichas conductas inconscientes, favorecen el arraigo de la adicción misma, colaborando así con la destrucción del adicto, aun cuando esto se haga en nombre del amor.
Rescatar y encubrir al adicto sólo fortalece su tendencia a consumir. El enfermo adicto que constantemente es “perdonado” o rescatado, está mal preparado para el mundo real que tiene que enfrentar y se le ha hecho un triste favor reforzándole la conducta adictiva bajo el pretexto del “te amo”. Un especialista en el campo de las adicciones, o bien los múltiples grupos de ayuda mutua, tendrán como tarea hacer conciencia de las conductas condescendientes del co-adicto y trazarán junto con el paciente una ruta de recuperación que incluye la abstención de maniobras que bien pueden llamarse “de muerte asistida”. El apoyo al adicto, será desde el verdadero amor, aquel que transita por el camino de los límites, el resguardo de la propia integridad y la satisfacción de las propias necesidades, es decir:
- Renunciar a toda forma de control
- Abrazar un estilo de vida donde la prioridad sea la satisfacción de las propias necesidades
- Protegerse de las agresiones y violencia del adicto, tomando una distancia prudente
- Entiendo que la adicción es una enfermedad y debe ser atendida por quien la padece, en los espacios sanitarios de los especialistas
- Renunciar a toda conducta condescendiente que pone en riesgo la salud del adicto y la propia
- El establecimiento de límites y fronteras razonables que dejen en un lugar seguro.
Francisco J Ciprés Díaz