Lo dado no pedido, frente a lo buscado elegido

Existen personas que piensan que los seres humanos elegimos vivir, es decir, tener una vida; nacer. Que también escogemos la familia que queremos, la familia extensa, el color de nuestros ojos, las experiencias que viviremos y muchas otras cosas más. 

Siempre he sido muy respetuoso con las ideas ajenas a mí y con aquellas que difieren de mi filosofía de vida, hoy no es la excepción. Sin embargo, ello no implica no dar a conocer lo que pienso, aunque se exprese mi escepticismo respecto a dicha teoría. 

Descubro que, la primera cosa dada no pedida, es la vida misma. Y sea dicho de paso, tampoco es pedida la realidad del morir.

No cabe en mi cabeza la posibilidad siquiera, de haber elegido nacer. Tal cosa implicaría que tengo una preexistencia, que está no sólo dotada de conciencia, sino además, de un enorme poder para definir qué quiero en mi próxima vida, aunado a la omnipotencia supuesta en que ese deseo se cumpla tal cual, lo que conllevaría poderes mágicos, cuyos atribuibles sólo a la divinidad y a la mitología. Y bajo esta concepción me pregunto, si hubo una preexistencia, ¿hubo otra antes de ésta? ¿cuántas? ¿dónde surgió la primera? desde este punto de vista, ¿puedo seguir eligiendo indefinidamente? ¿para llegar a dónde?

Creo, además, que en el caso de haber tenido la posibilidad de diseñar el escenario de lo que sería mi vida, hubiese elegido muchas cosas que no se parecen a lo dado no pedido de mi vida actual.

Considero que en la lista de LO DADO NO PEDIDO se incluyen cosas como: la herencia, la imposibilidad de elegir el momento histórico en el que habría de nacer, e incluso morir; mis genes, el entorno social, las condiciones económicas, la estabilidad de mis padres como pareja a la hora de mi concepción, gestación y nacimiento, los vecinos de la colonia, el presidente en turno de todos los países del mundo, la época del año, etc. Así me la podría llevar y sería cuento de nunca acabar.

Percibo lo mismo cuando pienso en lo dado no pedido de lo cotidiano, por ejemplo, hoy me levanté con la intención de subir a la montaña, llegar a primera hora para ganarle al sol y contemplar el amanecer en la falda de la cumbre… Ocurrió que dos autos chocaron, por ende, se bloqueó la carretera (y mis planes con ella). Varado, espere por tres horas las maniobras de los bomberos para arrastrar los vehículos y limpiar los residuos de líquidos tóxicos de ambos autos, las partes y piezas sueltas producto del impacto.

Estas eventualidades las ubico y las reconozco como lo dado no pedido de lo cotidiano, el mundo no gira entorno a mis necesidades, deseos y ocurrencias.

Todos los días estamos expuestos a mil situaciones, agradables, desagradables, impredecibles; están, son, suceden. Si queremos vamos a enfermar, envejecer y morir y si no queremos… también.

Nuestra limitación humana y nuestra finitud, nos colocan justo frente a esta realidad; la inmensa mayoría de las cosas no dependen de nosotros, es decir, pertenecen a lo dado no pedido.

En contraste con lo anterior, existe algo eludible, LO BUSCADO ELEGIDO, es decir, AQUELLO QUE HACEMOS CON LO DADO NO PEDIDO. Frente a cada situación dada, tenemos la posibilidad de responder con la actitud que elijamos, si bien no podemos escapar de dicha realidad, tenemos la opción de enfrentarla de la mejor manera. 

Pienso en las fichas del juego de dominó. No las eliges, debes jugar con las fichas que te tocaron, aun cuando hubieras querido un juego favorable para ti. Tal vez no tienes las fichas que querías, nadie está encargado de leerte el pensamiento, ni se acomodaron las circunstancias a tus deseos (aunque en ocasiones logres una situación favorable en relación a tu oponente, obteniendo fichas que te den un buen juego, pero tampoco te garantizan ganar la partida… desde allí estás sometido a lo dado no pedido). Sí, pese a que son importantes las fichas que te toquen, éstas no definen el juego. Tendrás que maniobrar (lo buscado querido) con las fichas que te tocaron (lo dado no pedido). Incluso la tirada del jugador oponente forma parte de lo dado no pedido. Él está atrapado en la misma definición que tú, ELEGIR ALGO FRENTE A LO DADO NO PEDIDO. Ambos en iguales circunstancias, el que tenga mayor pericia para responder a cada tirada, el que logre mayor concentración, quien se esfuerce más en lo buscado elegido atraerán una consecuencia. Aún dentro de lo predecible (saber jugar, tener más experiencia, tener dominio del juego), de cualquier modo, habrá de enfrentar el azar en cada jugada. 

En el juego de cartas es lo mismo, por ejemplo, el póker; no eliges las cartas, las tendrás en tus manos e intentarás hacer con ellas el mejor juego, lo mejor que puedas hacer. Aunque siempre tendrás la opción de renunciar o maniobrar con ellas y de modo pasivo ver pasar el juego, ver a tus contrincantes avanzar con esfuerzo e intentos y ser sólo un espectador de cómo otro gana la partida.

La vida para muchos es así, conozco mucha gente que renuncia constantemente al juego y me pregunto ¿por qué lo hace? Intento responderme y propongo una explicación que me convence: es un buen negocio vivir en lo dado no pedido. Claro, cuando alguien no quiere esforzarse por pasar a una mejor manera de vivir la vida, cuando está “cómodo”, necesita una justificación satisfactoria para no moverse, para no avanzar.

Recuerdo una experiencia que viví como terapeuta en adicciones en el hospital psiquiátrico. Un paciente de nuevo ingreso estremeció a los asistentes en una terapia de grupo (que yo coordinaba), cuando contó la manera tan cruel y despiadada de cómo su tío abusó sexualmente de él cuando apenas contaba con cinco años. Se refería a esa experiencia como algo muy doloroso. Seguro que así fue. Considero que se trata de un evento traumático que marca la vida (lo dado no pedido). Imagino el evento como algo violento, agresivo y que no pudiera justificarse. 

La estancia del paciente en la unidad de adicciones duró cuarenta días. Mi asombro fue grande al constatar que, con frecuencia, el paciente hacía alusión a esa experiencia en medio de llanto, como si se tratara de un discurso bien ensayado, convincente, pero incorporando más elementos. Señalaba a ese evento como el responsable de todas sus desgracias, de su inestabilidad emocional. Culpaba a los padres, acusándolos de malos cuidadores y señalando tanto a la experiencia dolorosa como al supuesto descuido de sus progenitores como la razón de su consumo de alcohol y cocaína base durante 25 años.

Categóricamente, cual médico especialista, él mismo diagnosticaba que el abuso sexual, como la falta de cuidado de los padres, constituía la etiología (origen), de su adicción y de todos sus males.

Pude constatar que dicha aseveración, había sido tomada por sus padres como cierta, reconociendo que cualquier conducta disfuncional de su hijo, sería una consecuencia natural de dicha experiencia. Asumiendo también que ellos eran culpables y que todo lo que pudieran hacer a favor de su hijo sería insuficiente para pagar la factura de su culpabilidad (aun cuando esto fuera falso).

Desde aquél entonces comprendí que la fuerza de lo dado no pedido, puede ayudar a justificar el mantenimiento de una conducta. Las ganancias secundarias son muy grandes. En el caso de este paciente, encontraba motivos para seguir consumiendo y victimizándose, lo que le permitía NO HACERSE RESPONSABLE DE SU PRESENTE, DE SÍ MISMO Y DE SUS ACTOS. Insistir en la idea de que sus padres eran culpables, fortalecía en sus progenitores las conductas codependientes.

Constantemente les manipulaba por el lado emocional, obteniendo la tolerancia de su consumo y, más aún, actitudes de condescendencia. Los padres no encontraban motivos para confrontar con amor firme a su hijo, muchas veces recaído, decenas de veces rescatado de las consecuencias de su adicción, pagando multas cuando era detenido por consumo, cubriendo sus deudas, justificando sus actos.

¿Por qué tenía que renunciar a LO DADO NO PEDIDO? “Un excelente negocio”. Por supuesto que toda tarea terapéutica tenía que ser encaminada a lo BUSCADO QUERIDO o, lo que es lo mismo, qué hacer con lo que se tuvo sin pedirlo (crecer en resiliencia).

Sólo asumiendo el pasado y aceptando que toda la vida estaremos expuestos a que nos sucedan cosas que no pedimos, podremos lograr desarrollar una actitud diferente a lo que nos pasa. LO BUSCADO ELEGIDO es todo aquello que hacemos con lo que NO PEDIMOS, es vivir la vida como un reto permanente que le da sentido a la vida. Es colocarnos de modo frontal a las adversidades y decidir frente a ello, APRENDER A HACER ALGO CON LO QUE NO PEDIMOS. Lo que sucedió no puede cambiarse, pero la actitud con la que lo afrontamos es NUESTRA RESPONSABILIDAD. 

Sartre escribió: “Lo importante, no es lo que han hecho con nosotros, sino lo que hacemos con lo que hicieron con nosotros”.

Toda situación no pedida exige una respuesta, esta respuesta debe ser dada desde nuestra libertad, desde nuestra responsabilidad. No podemos permitir que nada, absolutamente nada de lo dado no pedido, defina nuestra actitud frente a ello. Somos responsables de hacer lo que queremos con nosotros, con aquello que nos hicieron, con aquello que nos acontece.

Si queremos avanzar, debemos entender que todo lo que acontece es perfecto, no lo podemos controlar, pero sí podemos afinar nuestra respuesta, buscar la mejor forma de afrontar lo sucedido. Gracias a todo lo que nos pasó nos construimos y podemos, con esfuerzo, descubrir la ganancia de la pérdida. Lo que ganamos cuando perdemos algo. Lo que avanzamos interiormente cuando ciertos “fracasos” nos hacen o nos dan la ilusión de retroceder.

Lo buscado querido, es lo que hacemos con lo que no pedimos de cada día, allí donde la vida nos coloca en un permanente cruce de caminos. Es nuestra elección el camino que elegimos. No siempre podemos elegir lo que nos pasa, pero SIEMPRE PODEMOS ELEGIR LA ACTITUD (RESILIENCIA) CON LA QUE LO ENFRENTAMOS. No más justificaciones, si queremos vivir una vida útil y de mayor bienestar, no más refugio en el pasado. Vivir como víctima, es desperdiciar tu vida; ES RENUNCIAR A TODO LO QUE SE GANA CUANDO SÓLO ESTÁ PRESENTE LA SENSACIÓN DE PÉRDIDA. Siempre hay una mejor opción, siempre es posible.

Francisco J. Ciprés Díaz

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