Hemos oído muchas veces el dicho, “nada con exceso, todo con medida”, y tal vez esto también aplique en el contexto de la codependencia.
Una vida puede ser vivida desde el descuido, puede también ser vivida desde el sobre-cuidado. Elegir cualquiera de estas alternativas alguna vez de modo aislado, tal vez hasta venga bien para romper la rutina, pero cuando se instala la práctica de un estilo de vida destructivo, entonces hay que pagar las consecuencias.
Una persona vive desde el descuido cuando se abandona, cuando posterga el cuidado de sus necesidades. En el caso de la codependencia, cuando atender las necesidades de otros se hace más urgente.
Se ha descrito al codependiente, como aquella persona que invierte gran cantidad de tiempo y energía en el rescate, control y solución de la vida de otro ser humano y por ello, abandona el cuidado de sí misma. Desviar las capacidades en esta dirección, es mermar el potencial humano, es desaprovechar la enorme riqueza personal.
A saber, son cuatro los cuidados básicos que todo ser humano debe tener:
1.- Cuidado de nuestro cuerpo
Nuestro cuerpo no tiene repuesto, es el mismo ropaje de nuestra alma desde el mismo día de nuestra concepción. A él le debemos la posibilidad del contacto con el mundo.
Cuidar su alimento, su crecimiento, su higiene, su mantenimiento saludable, es una responsabilidad ineludible. Gracias a él disfrutamos de todas las cosas que nos ofrece la vida.
2.- El Cuidado de nuestros pensamientos
Es importante cuidar lo que pensamos, con mucha frecuencia nuestra percepción nos engaña. Si creemos como cierto todo lo que pensamos, podemos cometer grandes errores e injusticias al prójimo. De vez en cuando es bueno poner en duda nuestras creencias, cuestionar nuestras verdades absolutas. El cuidado de nuestros pensamientos consiste en seleccionar aquel contenido psíquico que promueva nuestro crecimiento, el avance en nuestras reflexiones que nos lleven a la salud mental. Siempre es bueno reconsiderar, procesar la información que nos viene de fuera y depurarla, quedarnos con lo que merece la pena y hacer un gran esfuerzo por no permitir contenidos tóxicos que sólo contaminan nuestro ser. También nos contamina lo que oímos cuando no sabemos ser selectivos respecto a quedarse o no con lo nutritivo de nuestras conversaciones.
3.- El Cuidado de nuestros sentimientos
No podemos no reaccionar ante los acontecimientos de la vida, lo más estable en un ser humano, es su inestabilidad emocional. No obstante, existe un margen de tolerancia donde es sano moverse. La dificultad inicia cuando aceptamos la permanencia de los sentimientos destructivos en nuestro ser.
Todas las emociones tienen algo que enseñarnos. Podemos encontrar su significado y podemos evitar que nuestra vida sentimental viva cargada de energías negativas. Debemos aprender a seleccionar aquello con lo que queremos quedarnos. Con aquello que nos nutre.
4.- El cuidado de nuestras relaciones
Es muy importante elegir aquellas personas de las cuales queremos hacernos acompañar en la vida. Si cuidamos nuestras relaciones evitando a las personas tóxicas, cuidamos nuestro bienestar, dado que, existen personas amargadas y negativas; vampiros emocionales. Y no estamos obligados a vivir cerca de personas que nos influyen negativamente, somos responsables de nuestra salud y ello implica también el cuidado de nuestra salud relacional.
Es provechoso hacernos acompañar de gente sana, bien intencionada, de conversaciones edificantes. Recuerdo con precisión una experiencia que marcó mi vida hace muchos años, y fue cuando trabajé en un hospital psiquiátrico. En una pared de uno de los corredores, un paciente escribió con un trozo de gis: “No permitas que alguien llegue a tu vida sin que se lleve algo bueno de ti, y que tú te quedes sin algo que de él pudiste aprender”.
Relacionarse es un arte, nuestra vida ES RELACIÓN, de ahí la importancia de saber relacionarnos. Si nos empeñamos en encontrar lo mejor de cada persona, seguro lo encontraremos, del mismo modo que si nos empeñamos en sacar lo peor de cada persona.
El Sobre cuidado
El otro extremo del descuido (que también es otra forma de descuido), es el sobre-cuidado; el cuidado excesivo lleva a una persona a centrar toda su atención en sí misma, viviendo una vida superficial, hundida en lo aparente. El mito de Narciso da muestra de ello. Una persona metida en sí misma, se aleja de una vida en equilibrio. El cuidado no exige la obstinación en lo perfecto. Todo lo que somos, en cuerpo y alma, es para compartir con otro, dirigir de modo extremo la atención a nosotros mismos, nos pierde de la relación. Nos convierte en individuos aislados, soberbios y autosuficientes, al grado de no aceptar nuestras imperfecciones. Se puede llegar al extremo de pensar que nos bastamos a nosotros mismos y podemos prescindir de los demás.
Vivamos en equilibro, aprovechemos la hermosa vida que tenemos, cuidándonos y protegiéndonos; haciéndonos responsables de nuestra vida. Nosotros elegimos desde dónde vivir, porque somos libres.
Francisco J. Ciprés Díaz